En pleno siglo XXI tanto las necesidades como las exigencias del medio interactúan en una constante dinámica. Por ende, hoy en día no sólo se valoran la capacidad técnica y profesional del individuo, sino que también la forma de interrelacionarnos con el medio y la Imagen Personal que brindamos al momento de postular a un puesto laboral, patrocinio, financiamiento, captar a un cliente y en la vida cotidiana en sus diversas instancias.
Estudios del psicólogo
Albert Mehrabian (UCLA, nacido 1939) revelan que el impacto de la primera
impresión que causamos en los demás se refleja del siguiente modo:
Imagen Visual: corresponde a un impacto del 55% de la impresión que causamos en los demás que se manifiesta en el aspecto general o presencia tal como el vestuario, colores y combinaciones, higiene, lenguaje no verbal, etc.
Impacto Auditivo: Con un 38% se refiere al tono, cadencia, y timbre de voz con el que nos comunicamos.
Lenguaje Verbal: sólo un 7% es el impacto de lo que decimos en la primera impresión.
Si bien es cierto, que la
primera impresión puede ser ratificada o cambiada conforme avanza el tiempo, no es menos cierto
que la mayor parte de las decisiones que tienen incidencia con nuestro
bienestar y objetivos personales es tomada en base a la primera impresión que
entregamos.
El poder de la imagen y
marketing personal es el eje central en la toma de decisiones de un individuo,
por ende tiene directa relación con el alcance de nuestras metas
Ninguna de nosotras podemos
desconocer la importancia de brindar un valor agregado a nuestra imagen
personal en el siglo XXI.
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